22.9.10

Rayos y centellas

En el día de ayer todo el cielo se volvió violeta. Era un claro signo de que habría tormenta, pero sin lluvia.
Preparé un filtro para que los rayos cayeran lejos de donde yo vivo. Preparé mis prismáticos, una silla y bebidas (estas cosas siempre me han dado sed) para las 3 próximas horas. 
Empecé a escuchar cómo el cielo se desgarraba para dar paso a los aces de luz brillantes. Todo iba a comenzar... Y yo no estaba preparada para ver cómo todo se destruía a su paso.
Di un sorbo a mi bebida azucarada y no terminé de tragar cuando, del cielo afloró una centella que iluminó todo el cielo. Por suerte cayó al lejano vacío, el cual se encontraba a las afueras de la extensa planicie que conformaba la dimensión donde pasaba la mayor parte de mi vida.
Seguidamente pude atisbar en las proximidades como los rayos caían fuertemente, haciendo agujeros incluso en  las montañas que tenia al lado. Empecé a tener miedo porque si se producía una avalancha mi casa quedaría destruida.
La tormenta se acercaba más y más, pero como tenía el filtro no me preocupé de los rayos, si no de la destrucción que causaban.
Empezaron a caer uno tras otro, sobre la tierra. 
Pero de repente comenzó a pasar algo muy raro. Vi como varias constelaciones se derrumbaban. No podía dar crédito. 
Cogí mis prismáticos y pude ver que había un millar de estrellas esparcidas por el suelo. Yo no podía hacer nada salvo quedarme donde estaba. Si salía de allí, tendría una muerte asegurada.
Esperé y esperé a que todo pasara. 
Me rodeaba el caos, rayos como bombas y fuego. Lloraba intensamente porque no podía ayudar a mis amigas las estrellas. Estaba viendo como se iban a pagando una a una.
Todo empezó a dar vueltas. Todo empezó a oscurecerse y sentí que caía al suelo. A continuación se hizo un silencio repentino y poco a poco volví a abrir los ojos. Aparecí en mi cama y en cuanto recordé lo sucedido, salí corriendo a la ventana. Todo estaba en calma. Había sido un maldito sueño.  

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