15.9.10

Dulce compañía


Otra de las muchas características de mi casa es que, nunca es de día. Es una noche perpetua, de donde se pueden observar cosas increíbles, cosas nunca vistas anteriormente, incluso estrellas que no son del todo normales.
Había salido a mi terraza. Estaba construida a un lateral de la casa. Tenía forma de media luna. En el suelo se podía apreciar que algún tipo de hierva poco maliciosa se había apoderado del suelo, dejándolo mullido. Estaba salpicado por pequeños dientes de león amarillos.
Casi al borde de la amplia terraza, había perfectamente colocadas varias tumbonas de madera de roble, muy confortables. Tengo varias porque suelo tener visitas inesperadas como la de aquel día. Era Catherin, una pequeña estrella caída.
Me tumbé junto a ella y, como si fuera un acto reflejo, miré al cielo.
-¿Crees que con el simple hecho de mirarlas, podrás conseguirlas?- Espetó Cath.
Seguí mirando hacia arriba y me volví a perder entre aquellos astros luminiscentes pensativa.

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