30.12.10

Era como verlo todo dentro de una botella de cristal. Todo lo que pasaba a tu alrededor se veía bien, pero no podías sentir nada, ni siquiera podías respirar bien. Era emociones vacías, mecidas con el aliento de la tortura y de la locura.
Stephany estaba al borde de romper la botella y de echarlo todo a perder, pero en el último momento se arrepintió y lo dejo todo tal y como estaba.

26.12.10

Iethan desenfundó su espada y con ella protegió hasta la más pequeñas de las criaturas de aquel reino lejano.
Iba de aquí allá, de día y de noche y no le importó el hecho de que la luna no le acompañara cuando más lo necesitaba, tenía aquel colgante lleno de valía y esperanza. Nunca se echó atrás.

22.12.10

El ángel caído

Puedo decirte que el ser que desgarraba todas las noches las entrañas de Catherina era un ángel caído. Sí, te explico. Cuando un ángel es atrapado por las garras del dolor y la desesperación, se vuelve loco, convirtiendo su esencia en una energía maligna. En este proceso podemos apreciar cómo se le terminan cayendo las alas para dar paso a una maraña de espinos, que se terminará incrustando en gran parte de su espalda, aportándole sufrimiento eterno. La piel pierde esa tonalidad característica de los ángeles. Sus facciones se trocan afiladas y sus ojos atribuyen un rojo muy peculiar, añadiendo fiereza a la mirada. Por eso Katherina no puede mirarle a los ojos, tiene miedo, mucho miedo. Aunque desde la transformación de ese ser, siempre lo ha tenido.
Y jamás podrá volverlo a escuchar gritar sin que los recuerdos la atrapen, sumergiéndola en la más dolorosa traición
.

21.12.10

Aquellos ojos verdes


Seguía siendo de noche. Una noche cerrada y fría.
Salí a la terraza una vez más para comprobar cómo estaban mis estrellas, y vi un bulto oscuro al lado de la barandilla. Me quedé paralizada y sin saber bien qué hacer. Observé que, fuera lo que fuese, estaba vivo y tenía una respiración muy tranquila.  Extrañamente no sentía miedo ni ganas de huir, solo quería acercarme.
Escuché un crujido a mi espalda y me giré con el corazón acelerado. Todo transcurrió muy deprisa, pero pude ver que alguien se acercaba a mí a toda velocidad, envuelto en sombras sosteniendo algo entre sus manos. Recuerdo un golpe seco y sordo en mi cabeza, luego, el sonido de dos seres peleando y más tarde, silencio.
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero me desperté en mi habitación. No abrí los ojos hasta que sentí que todo estaba en calma. Me di la vuelta en la cama y pude ver que alguien había arrancado algunas estrellas luminiscentes que tengo pegadas en la pared y las había colocado en el suelo a modo de caminito. No muy convencida lo recorrí, pasando por casi todas las estancias del piso de abajo. Me paré justo enfrente de la puerta de la biblioteca, que estaba entreabierta. Me empezaron a sudar las manos como nunca, el pulso se me aceleró y sentí una fuerte presión en la cabeza.
Tardé 5 larguísimos minutos en decidir qué hacer, porque si abría la puerta, seguro que me encontraría alguien allí y no sabía que intenciones tendría sobre mí. Además, no llevaba nada para defenderme. Pero si me volvía para atrás, quizá, lo que me esperaba en la biblioteca, vendría a por mí.
Creo que en ese momento, hice lo mejor que pude. Entrar en la estancia llena de estanterías repletas de todo tipo de libros.
A mi derecha estaba mi sillón gigantesco y cómodo donde me tiraba tardes enteras leyendo. A su lado se encontraba una lámpara roja que me iluminaba cada párrafo por donde pasaban mis ojos.
Y justo al lado de la ventana, estaba el escritorio con su silla correspondiente. No había nadie y por ello pude respirar más tranquila.
Me acerqué a la ventana, y de camino encontré una nota encima del escritorio. Decía:
Vuelve junto a Mily.

Estrella fugaz

Una vez las estrellas bajaron al patio de mi casa. Bailaron, cantaron, rieron, fueron felices. Pero con las mismas se marcharon.

20.12.10

¿Qué hacer?
Es que no lo sé, enserio. No lo sé.
Ni me comprenden, ni me comprendo.
En la mente de Teresa volvían una y otra vez esas palabras..."compórtate como una adulta, ya que te consideras como tal".
¿Qué debía hacer? Eran cosas que no se podían mirar en libros, ni consultar con nadie. Eran cosas que la vida no es capaz de prepararte en el momento justo, sino que debes aprenderlo tú después de haberte roto una pierna. Justo después de haberla cagado y justo antes de querer escapar de todo. De huir cual cobarde.
No sabe quién tiene más razón o quién deja de tenerla.
Aunque tampoco quiere darles la razón, como persona orgullosa que es.
-Ojalá 
- piensa en voz alta- pudiera guardar todas las palabras del mundo dentro de un pequeño estuche y poder utilizarlas en el momento apropiado, justo cuando me viera ahogada entre tantos pensamientos.
-¿Recuerdas a Cálcifer?¿Aquel demonio de fuego? -Preguntó alguien de repente.
-Yo lo conozco.-Respondió Lucy -¿Y sabes qué? Hizo que se volvieran todos locos de atar. Manipuló sus corazones de tal manera que aquellas agujas de reloj empezaron a echar una carrera, para ver quién iba más deprisa.
A causa de eso, la corriente sanguínea aumentaba a niveles insospechados, acelerando el pulso y la respiración.
Pero todo esto ocurría cuando ese demonio se acercaba a la gente, cuando aquella persona se daba cuenta de su presencia.
-¿Cómo pudo hacer eso?
-Eso era algo que no podía controlar, estaba fuera de su alcance.
- A mí me dijeron que había matado a una niña simplemente con el roce de sus dedos.-Dijo otra persona.
- También es cierto, mató a alguien. La persona que se enamoró de él.
Se quedaron todos callados.

19.12.10

Hoy Alicia quiso llorar y se acercó a mí.

Me hablaba tan bajo que no era difícil dejar de escuchar la tormenta de nieve que estaba tras la ventana, pero no dejó de hablar.  Me estuvo contando  que no soportaba que el mundo fuera al revés, porque ella no sabía caminar hacia adelante.
Se odiaba a sí misma porque, según ella, era ilegal obsesionarse con el destino prohibido y lo estaba haciendo. “ No, yo no quiero que me pase eso”, me decía, “eso es malo porque cuando existe esa obsesión deja de existir  el mundo y yo quiero que tu estés aquí conmigo”.

18.12.10

El regalo de Ely

Está tan oscuro que no llegas ni siquiera a ver la punta de la nariz, pero no te asustas porque de fondo se escucha una dulce melodía que te invita a seguir hacia adelante y con una sonrisa.
Te tropiezas una y otra vez, pero con las mismas vuelves a ponerte en pie y anonadada comienzas de nuevo a caminar de una manera danzarina, sin importarte quién pueda llegar a verte.
A lo lejos ves una tenue luz, pero apenas llegas a distinguir algo, ya que hay una niebla espesa que te impide vislumbrar bien.
Sigues y sigues, solo quieres escuchar ese canto de sirena sin importarte adónde puedas llegar a parar.
De repente te tropiezas con aquella luz que viste antes. Es una cajita.
La coges e intentas descubrir de dónde proceden esos destellos tan agradables sin éxito alguno. Con impaciencia intentas abrirla.
-¡Qué será!¡Qué será!- te preguntas.
Dentro está la respuesta de tu incógnita: son un millón de estrellas de diversos colores. Están esperando ansiosas a ser esparcidas por eso que tienes sobre la cabeza algo lejos de ti. ¡Pero no te asustes! No se caerá, tranquila. A eso, nosotros lo llamamos infinito.