Iethan desenfundó su espada y con ella protegió hasta la más pequeñas de las criaturas de aquel reino lejano.
Iba de aquí allá, de día y de noche y no le importó el hecho de que la luna no le acompañara cuando más lo necesitaba, tenía aquel colgante lleno de valía y esperanza. Nunca se echó atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario