25.1.11

-¿Qué te pasa?
-¿Que qué me pasa dices? ¿Es que acaso, no lo ves?- Kath no podía relajarse, esta vez no.- ¿No ves que estoy cansada? 
-No... No te comprendo.- Eyphímera no entendía qué es lo que sucedía con Kath.
-Claro que no entiendes, no tienes ni puta idea de nada. Todo se te olvida, no sabes hacer nada porque aunque te lo explique mil veces, lo olvidarás todo.
-Podría ayudarte. Desahógate conmigo.
- No serviría de nada.
-Claro que sí, te sentirías mejor.
-¿Mejor? Creo que olvidé qué era eso... -Kath se quedó con la mirada perdida.- Creo que no volveré a tener ningún recuerdo agradable con ese ángel caído. Lo ODIO, ¿vale? Lo ODIO.- Se dio la vuelta llena de rabia y dolor, agarró sus rodillas y sus hombros empezaron a convulsionar. Eyphímera se acercó y se sentó a su lado, se limitó a  observar.
- Estoy cansada de ser buena con él, no me sirve de nada, pero no puedo huir. Aún no. Necesito más tiempo, pero no lo tengo, ni tampoco la paciencia suficiente. Hasta ahora me ha ayudado Mily, pero ella está también cansada. Hasta ahora, nadie ha podido salvarnos...- Se levantó de la cama y con la mirada enrojecida salió de la habitación y desapareció.

23.1.11

Aquellos destellos que se podían ver en aquel tarro de cristal me estaban indicando que tenía ante mí alguien especial. O bien una estrella o bien un cometa. 
La guardiana tiene miles de frascos llenos de los restos que va dejando la estela de los astros. Las personas que no saben de dónde proceden lo llaman purpurina.

20.1.11


No era uno de esos príncipes pijos y tontos, por lo menos yo no lo veía así. Ni siquiera era un príncipe común, no vestía de azul y le gustaba jugar a la play.
Esta vez no estaba alegre. Hoy lucía su sonrisa triste, intentando ocultar secretos que se escapaban por sus ojos.
Conocía a mucha gente, pero hasta el momento indicado, no supo que tenía ante él a la mismísima Guardiana de Estrellas.
Esa persona que embotella estelas de astros lejanos, esa que intenta cuidar lo mejor que puede a las estrellas más cercanas.
Por algún motivo desconocido, el príncipe ignoraba los gritos de ánimo que le mandaba nuestra amiga cuando éste pasaba por su lado, los dos disfrazados. Ni siquiera veía que le intentaba ayudar.
Antes de nada, debo aclarar que la guardiana carece de paciencia y nunca se le dio bien esperar. Por ello, intentó dejar al príncipe a su aire.

17.1.11

Iethan

No era ni rey, ni príncipe. Ni siquiera descendía de la dinastía Sahari. Simplemente era Iethan. 
Una noche de luna llena, cuatro personas lo encontraron en mitad de un camino cercano a Lienca. Vieron que de su pecho colgaba un brillante colgante y decidieron robárselo. 
 De repente surgieron tres flechas de la oscuridad. No les dio tiempo a articular gesto alguno porque acertó sin dudar en cada corazón. El que logró escapar pudo ver desde lo lejos, unos ojos rojos bajo una capucha oscura. El hombre misterioso recogió al bebe cubierto de barro y sangre. Extrañamente el niño estaba calmado, como hipnotizado bajo el efluvio de aquel satélite nocturno.
El  encapuchado se acercó a los cadáveres y recogió sus flechas, parecía que no le gustaba desperdiciarlas en batallas tan simples. Y sin más, desaparecieron los dos.
El hombre que sobrevivió, observó la escena con demasiado miedo a mover un sólo ápice de su cuerpo. Su miedo duró 2 días más.

4.1.11

El corazón escacharrado

¿Me dejas contarte un secreto? Uno de los más perturbadores que yo pueda contarte. Ven, acércate y siéntate.

Las agujas de mi reloj dejaron de funcionar hace 3 meses. ¡Y no me di cuenta hasta ayer! ¿Te lo puedes creer?
¡No seas burra! No funciona con pilas, solo va con los rayos que incide el Sol sobre él, funciona con el calor que irradian los sentimientos. Y no, ya no funciona con una bombilla cualquiera.
Solo andará con el Sol y desde hace mucho tiempo está nublado por estos parajes.

Estoy algo preocupada porque no sé cuándo volverá a funcionar y necesito de buena gana, que vuelva a andar. Mientras me entretengo manipulando las agujas con mis propias manos, aunque esté prohibido.
No me mires así, si no hiciera eso, me volvería más cruel de lo que he sido hoy.

2.1.11

¿Tan poquito tiempo ha pasado? 
Casi puedo escuchar aún nuestras respiraciones entrecortadas y el amor que destilaban nuestros dedos, con cada roce que existía entre nosotros.
- ¿Veo arrepentimiento en tus ojos?- le preguntaba.
- No.
- Sabes que volverás a arrepentirte, lo sabes de sobra.
- Nononoo, me odiaré.
- Y sé que le echas de menos.- No le dejaba respirar entre pregunta y pregunta.
- ¿Quién no ha echado en falta alguna vez algo que ya no tiene?
Silencio.
- El que calla, otorga querida Kath. Y déjame en paz, lo que sea, será.