17.1.11

Iethan

No era ni rey, ni príncipe. Ni siquiera descendía de la dinastía Sahari. Simplemente era Iethan. 
Una noche de luna llena, cuatro personas lo encontraron en mitad de un camino cercano a Lienca. Vieron que de su pecho colgaba un brillante colgante y decidieron robárselo. 
 De repente surgieron tres flechas de la oscuridad. No les dio tiempo a articular gesto alguno porque acertó sin dudar en cada corazón. El que logró escapar pudo ver desde lo lejos, unos ojos rojos bajo una capucha oscura. El hombre misterioso recogió al bebe cubierto de barro y sangre. Extrañamente el niño estaba calmado, como hipnotizado bajo el efluvio de aquel satélite nocturno.
El  encapuchado se acercó a los cadáveres y recogió sus flechas, parecía que no le gustaba desperdiciarlas en batallas tan simples. Y sin más, desaparecieron los dos.
El hombre que sobrevivió, observó la escena con demasiado miedo a mover un sólo ápice de su cuerpo. Su miedo duró 2 días más.

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