29.9.10

Doble

Hablemos de aquella maldita estrella que le hizo desear todo, hasta lo inalcanzable.
Deseó mirar el cielo con tanta intensidad que creyó en la posibilidad de que unas enormes alas le crecerían.
Llegó a sentir tal dolor, que deseó irse lejos de todo lo que conocía, deseó olvidarlo todo.
Katherina estaba muriendo, y yo odiaba a esa estrella con demasiada fuerza.

26.9.10

Una mezcla de sentimientos

.








Un día se esfumaron sus ganas de escribir. ¿Por qué?
Porque ella era la última persona para Amy. 








25.9.10

Amapola

A la pequeña amapola no la querrían tanto como la quería aquel pulgón anaranjado. La quería a rabiar. Daría lo que fuera por ella. Si el viento la tumbaba un tanto, aquel bichito la empujaría hasta estar recta. En pocas palabras, sentía amor. Amor por algo imperfecto. 
Pero a nuestra flor le fascinaba un árbol demasiado grande. Tan grande que aun que ella gritara lo más alto posible, nunca la escuchaba. Cada minuto que pasaba la flor necesitaba que la escuchara.
Ella era una flor rota y extraña, ¿por qué ese árbol iba a quererla tanto como el pulgón? Eso es algo improbable, ¿verdad?
Y me seguiré torturando hasta que no pueda más.
La amapola llegó a odiarlo todo.

24.9.10

Su sonrisa


Quiso que el universo tomara parte de ello. Pero esta vez, escuchó susurrar a una estrella. Le escuchó susurrar palabras de amor.
Fue como si el viento te acariciara una oreja, como si pisaras las hojas secas de los árboles, como cuando te dan un susto y como cuando te rompen el corazón.
Pero aún así, vi que ella intentaba sonreír. Pretendía modelar la sonrisa más bonita que nunca hubieras visto.  Tal, que derretiría al mismísimo Sol, que cambiaría la dirección del Viento y hasta perturbaría a un muerto.
Ni nada ni nadie podría suprimir aquella maravillosa sonrisa de sus labios.
Kath pensaba que todo estaría mejor ahora, porque se había propuesto no adentrarse en aquel efímero mundo. Se lo dejaría todo al transcurrir de la vida.
Pero cometió un grave error. Por un instante abrió la puerta que le conduciría a esa dimensión. Oteó el horizonte y descubrió la destrucción de su muralla. Una magnífica muralla construida con los mejores materiales existentes. 
Mentiría si dijera que no pasó nada en el interior de Kath. Volvería a mentir, afirmando que esa sonrisa no se movió ni un ápice.


Ella volvía a saborear en sus labios palabras que no le pertenecían.
También cometió otro error: albergó esperanzas. 
Y me duele decir que yo, simplemente contemplaba cómo Kath se iba consumiendo bajo su cielo estrellado día a día.

22.9.10

Rayos y centellas

En el día de ayer todo el cielo se volvió violeta. Era un claro signo de que habría tormenta, pero sin lluvia.
Preparé un filtro para que los rayos cayeran lejos de donde yo vivo. Preparé mis prismáticos, una silla y bebidas (estas cosas siempre me han dado sed) para las 3 próximas horas. 
Empecé a escuchar cómo el cielo se desgarraba para dar paso a los aces de luz brillantes. Todo iba a comenzar... Y yo no estaba preparada para ver cómo todo se destruía a su paso.
Di un sorbo a mi bebida azucarada y no terminé de tragar cuando, del cielo afloró una centella que iluminó todo el cielo. Por suerte cayó al lejano vacío, el cual se encontraba a las afueras de la extensa planicie que conformaba la dimensión donde pasaba la mayor parte de mi vida.
Seguidamente pude atisbar en las proximidades como los rayos caían fuertemente, haciendo agujeros incluso en  las montañas que tenia al lado. Empecé a tener miedo porque si se producía una avalancha mi casa quedaría destruida.
La tormenta se acercaba más y más, pero como tenía el filtro no me preocupé de los rayos, si no de la destrucción que causaban.
Empezaron a caer uno tras otro, sobre la tierra. 
Pero de repente comenzó a pasar algo muy raro. Vi como varias constelaciones se derrumbaban. No podía dar crédito. 
Cogí mis prismáticos y pude ver que había un millar de estrellas esparcidas por el suelo. Yo no podía hacer nada salvo quedarme donde estaba. Si salía de allí, tendría una muerte asegurada.
Esperé y esperé a que todo pasara. 
Me rodeaba el caos, rayos como bombas y fuego. Lloraba intensamente porque no podía ayudar a mis amigas las estrellas. Estaba viendo como se iban a pagando una a una.
Todo empezó a dar vueltas. Todo empezó a oscurecerse y sentí que caía al suelo. A continuación se hizo un silencio repentino y poco a poco volví a abrir los ojos. Aparecí en mi cama y en cuanto recordé lo sucedido, salí corriendo a la ventana. Todo estaba en calma. Había sido un maldito sueño.  

15.9.10

Dulce compañía


Otra de las muchas características de mi casa es que, nunca es de día. Es una noche perpetua, de donde se pueden observar cosas increíbles, cosas nunca vistas anteriormente, incluso estrellas que no son del todo normales.
Había salido a mi terraza. Estaba construida a un lateral de la casa. Tenía forma de media luna. En el suelo se podía apreciar que algún tipo de hierva poco maliciosa se había apoderado del suelo, dejándolo mullido. Estaba salpicado por pequeños dientes de león amarillos.
Casi al borde de la amplia terraza, había perfectamente colocadas varias tumbonas de madera de roble, muy confortables. Tengo varias porque suelo tener visitas inesperadas como la de aquel día. Era Catherin, una pequeña estrella caída.
Me tumbé junto a ella y, como si fuera un acto reflejo, miré al cielo.
-¿Crees que con el simple hecho de mirarlas, podrás conseguirlas?- Espetó Cath.
Seguí mirando hacia arriba y me volví a perder entre aquellos astros luminiscentes pensativa.

12.9.10

Al amanecer



Aquella estrella era de las más altas. Era de las más inalcanzables. Y de las más preciosas que podrías ver al alzar la cabeza.
Pero ahí donde la veis estuvo junto a mí, cuidándome y protegiéndome. Y sí, por aquellos días, me atrevo a decir que a mí me quería más que a nadie. 
Yo le di todo mi cariño y hasta casi me enamoré de ella.
Pero ahora... Ahora ella está allí y yo aquí. Y por lo que veo todas las noches... Me olvidó.

11.9.10

Susurro de estrella





Casi fue como un susurro de estrella: intangible, fugaz y bello.
Ocurrió de la peor manera en la que pueden suceder las cosas, los hechos transcurrieron efímeramente, pero todo fue demasiado bonito para ser verdad.
Al despertarme recordé lo que sucedió en aquella representación de sucesos e imágenes de mi subconsciente. Sonreí como cualquier niña tonta enamorada.
Lo que hice a continuación fue salir de mi casa. Aún era de noche, una noche despejada. Tuve la suerte de ver estrellas fugaces las lágrimas de Pandora; era precioso. Una de las particularidades de vivir en aquel mundo, es que las cosas que se pueden llegar a dar son inimaginables y a veces, reales.
Me tumbé en el suave césped y me concentré en mirar al cielo y recordar aquel maravilloso sueño.