9.3.11

De lejos se escuchaban sus dedos acariciar las teclas del piano. Era una melodía suave que te invitaba a seguir escuchando hasta el final.
Entré en su habitación. Era la más grande de la casa y estaba llena de adornitos. Un millón de detalles sobre las paredes. 
Estaba al lado de la ventana, concentrada y sumergida en aquellos recuerdos que le inspiraban la canción.
Cuando terminó aquella dulce canción, nos miramos y sin darnos cuenta, ya nos estábamos echando de menos porque sabíamos que esa situación iba a ser efímera.

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