31.10.11

Mily se volvió pastelera.

Todo comenzó cuando habló con Cupido. Le comentó todas las consecuencias que podía acarrear el volver a besarla, pero eso a ella no le importaba ya que era su anestesia y le hacía estar bien.
Lo único que Mily no soportaba eran esos momentos en los que sus mentes se entrelazaban y se preparaban media hora antes para ese maldito punto y aparte que traía consigo la ausencia. Solo quedaban un millón de suspiros y besos acumulados hasta la próxima vez.
¿Y qué hacía Mily mientras ella no estaba? Porque no quería llorar, ni desesperarse. Entonces lo que podía hacer era ahogar sus penas entre azúcar y limón.




(Ya fueron muchos los relojes que rompió solo para que el tiempo pasara más y más deprisa, porque la espera la consumía lentamente y ya con quedarte embelesada mirando al teclado y pensar en otra cosa que no fuera ella, no valía. Porque está en cada punto de su habitación, de su cama, de su mente e incluso de su cuerpo. Se dio cuenta del echo de que no podía separarse de ella ni un solo momento)

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